JERARQUÍA Y TRIFUNCIONALIDAD (*)

 

     En este mundo moderno, por el que nos ha tocado transitar, se ha producido una inversión del principio jerárquico normal que rigió siempre en el Mundo Tradicional. En éste las riendas de la dirigencia  siempre fueron sostenidas por una realeza que a su naturaleza guerrera unía unos atributos sagrados. La élite o aristocracia sacroguerrera a la que pertenecía dicha realeza gozaba de una potencialidad que le ofrecía la posibilidad de acceder al Conocimiento de lo Absoluto a través de un metódico proceso de transformación interior. Pero el común de los mortales carecía de esta potencialidad; razón por la cual no podía llegar a la gnosis de lo Trascendente. Lo que sí podía era vislumbrar algo de la naturaleza de las Realidades Supraconscientes si tenía como modelo y ejemplo, vital y existencial, a esa élite regia y sacra. Esto es, podía acercarse a esas Realidades Superiores por participación en ese proyecto tendente hacia lo Alto. (1)
     Si la esencia del principio rector de una comunidad es de corte espiritual, sus metas tenderán hacia lo Supremo y los medios a utilizar para acercarse o llegar a semejantes fines estarán en consonancia con dichos objetivos y nunca sabrán de egoísmos, de utilitarismos, de falacias, de engaños, de hipocresías, de traiciones, de vilezas ni de cobardías.
     Si, por el contrario y tal como acontece en nuestro disolvente mundo actual, lo material es concebido como la única realidad existente (2) la contrajerarquía que detente –y detenta- los mecanismos del poder ya no actuará más de acuerdo a una ética y a unos principios derivados de lo Alto, sino que ahora su accionar estará marcado por unos contravalores emanados de lo bajo y que no serán ajenos, si conviene, a la mentira, al soborno, a la mezquindad, al egoísmo, a la perfidia, al defraude o a la estafa. Hablamos pues, en contraste con lo que debe de ser una sociedad normal y ordenada, de contrajerarquía o -lo que viene a ser similar- de antijerarquía.

     A continuación (jalonadas en tradiciones y ámbitos geográficos distintos)  aparecen extractadas una serie de reflexiones relacionadas con esta inversión acaecida en el mundo moderno, al igual que comentarios  en los que se refleja la que fue la ordenación social jerarquizada del mundo tradicional; en la que no existía un estamento sacerdotal propiamente dicho y desgajado de otras funciones, sino que los cometidos y ritos sagrados corrían a cargo de miembros de esa nobleza sacroguerrera a cuyo seno pertenecía la realeza. Como botón de muestra de lo cual podríamos recordar la figura patricia de un Julio César que, aparte de sus cargos políticos y militares, detentó, también la dignidad de ´flamens dialis´ u oficiante supremo de los ritos consagrados al mismísimo Júpiter.
    
     
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     Tres eran las castas que constituían cualquier comunidad Tradicional y la conformaban en su naturaleza orgánica: la de la realeza y nobleza sacras –primera-, la guerrera –segunda- y la productiva y comercial -tercera-. Cada una de ellas cumplía una función determinada. Hablamos, pues, de un mundo TRIFUNCIONAL.

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     Tal como escribió Julius Evola, en la antigua India aparecen, como proceso regresivo y negativo, los brahmanes (a partir de los purohitas, que eran sacerdotes que dependían del rey sacro y cuyo origen hay que buscarlo en cultos dravídicos) y se convierten en casta dominante. Casta, por tanto, inexistente en el mundo Tradicional, en cuya pirámide social encontramos en primer lugar, en su cúspide, la casta regioguerrera y aristocrática de atributos sagrados, en segundo lugar, por debajo de ella, la guerrera propiamente dicha y en tercer puesto, en su base, la de todos aquellos que se dedican a actividades de tipo económico: comerciantes, artesanos, agricultores, campesinos,...
     El sacerdocio, como función autónoma, no existió en ninguna civilización que podamos, legítimamente, denominar como Tradicional. No existió en la China ni en el Japón imperiales y no apareció sino tardíamente en el Antiguo Egipto (y fue como reflejo de un proceso involutivo).
     Y en la Antigua Roma los principales ritos sacros eran ejercidos por la élite de un patriciado cuya función guerrera también le era innata.

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     El proceso cristianizador no sólo fue relativamente rápido en Irlanda, sino también en la práctica totalidad del territorio que comprendía el Imperio Romano y en el seno de los pueblos bárbaros-germánicos que lo invadieron. Sin duda las formas espirituales precristianas –el mal llamado paganismo- habían entrado, desde hacía ya tiempo, en un proceso de decadencia que, por ejemplo, en buena parte del mundo celta había dado pie a la aparición y hegemonía de la casta sacerdotal de los druidas. La irrupción de esta casta coincide con una cierta deriva matriarcal en el seno de muchos pueblos celtas. Antes de darse este declive, el patriarcado del mundo celta corría paralelo al hecho de que los ritos sagrados eran ejercidos por la aristocracia dirigente.

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     Otro de los rasgos de los pueblos que se circunscribían a las pautas conformadoras del Mundo Tradicional siempre fue el de su organización social de naturaleza vertical,  fuertemente jerarquizada y estructurada en castas o estamentos sociales con unas funciones muy definidas y en cuya pirámide se hallaba la realeza detentadora de las potestades guerrera y espiritual. En el caso del mundo íbero no podía ser de otra manera y así los reyes detentaban el poder político y religioso como miembros que eran de la casta dirigente: la aristocracia o nobleza guerrera e impregnada de un sentido superior de la existencia. (3)

 

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     En la cúspide de todo normal ordenamiento social no debe hallarse el más rico, el más corrupto o el más tirano, sino el más justo. Y el más justo será aquel que aplique sus funciones y/o atributos gobernantes con la vara de medir de su sentido -o condición- Trascendente.

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     ¿Qué tipo de gobernantes nos puede deparar el sistema de sufragio universal? Pues, sencillamente, el de los que más dinero tengan para pagarse unas buenas campañas electorales, el de los más vendidos y dóciles a un Sistema que, a través de su banca, le financiará dichas campañas, el de los más mentirosos a la hora de no tener cortapisas en ofrecerle el oro y el moro a sus posibles votantes,...
    ¿Es comparable esta opción de ser ´gobernados´ por este tipo de político sin principios éticos, corrupto, egoísta y sin escrúpulos, a la opción de ser gobernado por alguien que a su función y/o atributo regiopolíticos una otras funciones y/o atributos sacros? Sin duda este último tipo de gobernante enfocará siempre su labor política al objetivo de aunar a su comunidad con Lo Alto. (4)

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   (*) El criterio de interpretar la estructuración del Mundo de la Tradición en forma trifuncional fue muy acertadamente expuesto por el filólogo e historiador francés Géorges Dumezil. Éste autor no cifra en cuatro las castas de las que nos hablan muchos textos sagrados Tradicionales sino que lo hace en tres. Para él éstas no serían pues (yendo de arriba abajo en la pirámide social) la sacroregioaristocrática (1ª), la guerrera (2ª), la de los mercaderes (3º) y la de la mano de obra (4ª), sino que la 3ª y la 4ª (viaishas y sudras en terminología del hinduismo) no constituirían sino más que una sola casta (la 3ª y última), pues tanto mercaderes como mano de obra forman parte de una misma función y ejercen un mismo tipo de actividad: la relacionada con lo económico y lo productivo.
    Por otro lado, si el lector quiere tener una percepción detallada de cómo, a través de un proceso involutivo, la primera casta del Mundo Tradicional (la sacroregioaristocrática) acaba viendo cómo los diferentes atributos que representaba se desgajan y como consecuencia de ello aparecen por separado la casta sacerdotal (bramanes) y la guerrera (shatriyas) puede consultar nuestro escrito “Los ciclos heroicos. La doctrina de las 4 edades, de la regresión de las castas y la concepción de la libertad en Evola”: http://septentrionis.wordpress.com/2009/02/08/los-ciclos-heroicos/
                                       

(1)    No obstante, en el mundo de la Tradición no sólo existió la posibilidad de acceder al Conocimiento de las Realidades Suprasensibles y de lo Absoluto -a través de ritos iniciáticos- entre los miembros de la primera casta –nobleza regiosacra-, sino que también en el seno de la segunda –guerrera propiamente dicha- y de la tercera –entre los artesanos,...- se tenía la ocasión de Conocer otros planos sutiles de la Realidad (y de operar sobre ellos) tras completar un proceso de desapego y de transustanciación interiores. Siempre sin obviar el hecho de que cuanto más arriba de la pirámide social tradicional vayamos más factible será llegar a la Iluminación o Despertar (utilizando términos propios del budismo) y más posible será completar la Gnosis de lo totalmente Incondicionado. Misterios consagrados a Marte o a Mithra entre legionarios de la antigua Roma, ritos iniciáticos dentro de órdenes ascéticomilitares –como la de los Templarios- en el Medievo u organizaciones secretas como la de los Fieles de Amor –a la que perteneció un Dante-, también en el seno de la Edad Media, son algunos ejemplos de posibilidad iniciática de la segunda casta. La masonería operativa que arranca también en la etapa medieval (aunque se  hayan precedentes más remotos en la antigua Roma entre los ´Colegios romanos de Artífices´ -arquitectos) y lo hace en el interior de las hermandades de constructores y artesanos sería otro ejemplo, pero en este caso de Iniciación por parte de miembros de la tercera casta (no confundiremos esta masonería operativa con la especulativa en la que, esencialmente, a partir de principios del siglo XVIII se convirtió y que tan importante y nefasto papel tuvo en el desencadenamiento y/o éxito de las corrosivas revoluciones liberales posteriores).
(2)    Aparte de lo material, la otra única realidad existente admitida por el mutilante mundo moderno es la constituida por el convulso mundo del subconsciente y por el irracional del inconsciente.
(3)       Extraído de nuestro escrito “Los íberos, príncipes de Occidente”.
(4)       Estas reflexiones las publicamos en su día junto a otras que no carecen de relación con mucho de lo que se dice en nuestro actual escrito y que pueden resultar un buen complemento a  algunas de las ideas que estamos exponiendo. Lo hicimos bajo el título de “Acerca de la democracia. El igualitarismo. Derechos y deberes”: http://septentrionis.wordpress.com/2009/07/04/acerca-de-la-democracia-igualitarismo-derechos-y-deberes/

                    
Eduard Alcántara
Septentrionis Lux

 

 

 

 

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